|
|
|
|
|
|
|
|
Los diez relatos agrupados bajo el título de
El diablo que leía a Stanislavski se desenvuelven
en un mundo extraño, el que habitamos todos los días,
un mundo de pantallas y redes virtuales, en el que nos esforzamos
por representar, a menudo de una manera patética, el
difícil papel de personas felices. De una relación
cibernética con alguien que esconde celosamente su identidad,
trata Princesa oscuridad, el primero
de ellos. El diablo que leía a Stanislavski
nos presenta a un actor de una serie de televisión de
éxito, que mantiene un oscuro vínculo con su personaje.
En Los creativos, se nos habla de
un grupo de parados que pierden algo más que su trabajo.
La magia del momento está contado por un
adolescente, que se desvirga el mismo día de la muerte
de su abuelo, y La fase decisiva gira
en torno a un ejecutivo que detesta el paintball, pero se ve
obligado a jugar una partida para conservar su empleo.
Relatos urbanos y actuales que esconden un elemento inesperado.
Diez historias en las que, bajo una delgada piel de cotidianidad,
se revela el espíritu de un mundo inquietante.
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
Entrevista
con Marta Echeverría para Radio 3. "Hoy empieza todo"
4/1/2021
|
|
|
|
|
|
|
|
|
Primer
premio en el XXI certamen literario “Helénides de
Salamina” (2013)
Parecía
un sábado como todos, pero peor. Para empezar, a eso de
las once, me despertó el sonido de la tele en el comedor.
Tenía el típico dolor de cabeza de todos los sábados,
después del botellón de la noche anterior, pero
esta vez parecía más intenso que de costumbre, seguro
que nos habían dado garrafón. “No hay manera
de dormir en esta puta casa”, pensé, maldiciendo
mentalmente a Mister Obi, que era sin lugar a dudas el responsable
del volumen del televisor, así que me levanté y
salí al pasillo, meándome, para advertir en seguida
que el baño estaba ocupado. Me cagué en la puta
y apareció mi vieja, asomándose en la puerta de
la cocina, con el pelo desordenado, embutida en esa horterada
de quimono que se había comprado en el “Todo a un
euro”. Recuerdo que me quedé cortado, porque estaba
en gayumbos, y tenía un empalme del copón, pero
mi vieja no pareció fijarse. “Está Enrique”,
dijo, como desafiante, como si esperara cualquier expresión
de contrariedad por mi parte para iniciar una bronca. “El
que faltaba” pensé, mientras remitía mi erección,
“el Senador”.
........Enrique es el amante de mi
madre, pero yo le llamo el Senador, porque es calvo, con el pelo
canoso alrededor de las orejas, y con ese albornoz blanco que
se pone para andar por casa tiene aspecto de senador romano. Maldije
entre dientes al Senador, aguantándome las ganas de mear,
y entré en la cocina.
........- No hay leche - informé.
........- Pues la compras - me dijo
mi vieja de malas maneras, cerrando de un portazo la nevera.
........La miré con tristeza,
y pensé que esa noche no habían follado.
|
|
|
|
|
|
|
Segundo
premio en el XV certamen de relato breve “Villa de Colindres”
(2013)
Aquella
tarde, después de discutir el contenido del editorial y
distribuir las tareas de los colaboradores, abandonó la
redacción con la urgencia de reanudar el encuentro con
ella en el punto en que había quedado interrumpido. Era
viernes, disponían de un largo fin de semana por delante,
y la noche anterior Princesa oscuridad había accedido finalmente
al envío de una foto. Al regresar a casa, se despojó
de la chaqueta y la corbata, como si así dejara atrás
la tensión y el cansancio que había acumulado durante
toda la semana, se recompensó con un vaso de whisky, y
desconectó su móvil. Cualquier interrupción
le hubiera resultado inaceptable. A la luz propicia de la lámpara
de su despacho, que le ofrecía la necesaria atmósfera
de intimidad, disfrutando del silencio que apenas perturbaba el
lejano rumor del tráfico en la calle, encendió el
ordenador y tecleó la clave del chat, impaciente por saber
si ella habría cumplido su promesa.
........Se habían conocido
tres meses atrás, en un foro de facebook para fanáticos
de la literatura, cuyos participantes colgaban relatos y poemas,
y comentaban los últimos libros que habían leído.
El diálogo entre ellos había sido fluido desde siempre,
lo descubrieron enseguida, desde la primera vez que habían
coincidido. Ya le había gustado el nombre de Princesa oscuridad,
que parecía salido de un cadáver exquisito - la
gente en ese foro escogía nombres así, carecían
completamente de sentido del ridículo - y sus opiniones,
casi siempre apasionadas, que manifestaba con una cierta brusquedad,
solían parecerle interesantes. Estaban de acuerdo en lo
esencial, la lealtad incondicional hacia Borges y Kafka, las improbables
coincidencias a la hora de elegir sus novelas favoritas, eso que
suele llamarse espíritus afines, y pronto se habían
visto defendiendo causas comunes frente al resto, reivindicando
a autores olvidados que ellos, a veces por el puro placer de provocar,
juzgaban imprescindibles. A la tercera o cuarta vez que se encontraron
en el foro, ella, que jamás había colgado nada de
lo que escribía, quiso castigarle (esa fue la palabra que
empleó) con algunos de sus poemas. Aquel fue un punto de
inflexión, como si de algún modo ella le hubiera
elegido a él entre todos los demás para confiarle
sus más íntimos secretos, como si en esa vida real
de la que jamás hablaban, pero que sin embargo se iba afirmando
poco a poco entre los dos como una posibilidad cada vez más
tentadora, ella le hubiera invitado a su habitación y le
ofreciera su cuerpo.
|
|
|
|
|
|
|
|
|